Los
límites de la visión se han licuado,
palpitante
halo de cariz sicodélico,
resplandeciente
fulgor periférico,
rayo
azul en el aire resquebrajado.
La
realidad, en realidad, ha parpadeado,
nauseabundo
pestañeo esperpéntico.
Nebuloso
resplandor psicodisléptico,
latido
punzante, dolor inacabado.
Se
rasga el aire en el mirar quebrado,
también el
lejano éter aristotélico.
Pasando a ser un
azulado eléctrico
la oscuridad
pierde su significado.
La mirada
partida se me ha quedado
colgando del
espejo, reflejo mistérico,
mirando sin
verme, vistazo desértico,
profundo temblor
de niño asustado.
Llegó el dolor,
tormento racheado,
embistiendo el
burladero con su pico.
Talanqueras de
frente y nuca hizo añicos
dejando en mi
cabeza su sabor retestinado.
Marcos
Lloret García
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