viernes, 29 de marzo de 2013

A quién importamos


                        
 A nadie importa ya nada de lo que quisimos,
tampoco lo que somos, seremos y fuimos.
En prole de difuntos nos hemos convertido,
generaciones inciertas, quintas de olvido,
almas despiezadas de llanto y suspiro.

A nadie importa ya nada de lo que decimos,
ni a vosotros, ni a ellos, ni a nosotros mismos,
con la voz enmudecida a golpe de derribo.
Atrás quedó el sueño, la ilusión y el destino,
tan lejos como largo ha sido el camino
que hemos recorrido hasta el filo del abismo.
Un paso más, sólo uno… y el infinito.

A nadie importa ya nada de lo que sentimos,
mariposas afiladas, escarpados cariños,
vaivenes de esperanza con apagado brillo,
tormenta interrumpida, temporal clandestino,
aguacero nocturno sobre los cuerpos heridos
desangrados de pan y desollados de vino,
con hambre de hambre y sed de sentido.

A nadie importa ya si aún estamos vivos
o somos legión eterna de los malavenidos
que buscan en el suelo la estela de su sino,
olfateando la hierba, degustando el espino,
penando por los días de tiempo dividido
entre un ayer que se fue y un hoy que se ha ido.
Nos queda siempre, todavía, eco sibilino,
sangre que derramar en nuestro recorrido
de palabras sordas y abrazos partidos.

A nadie importa ya este tiempo maldito
que no termina nunca, años infinitos,
encerrados en el aire, presos del limbo,
retestinada miseria nuestra piel ha curtido.
Imposible salvación en mitad de ningún sitio.
Amarga extremaunción a unos seres casi vivos.


                                               Marcos Lloret García

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