sábado, 4 de mayo de 2013

De 30 a 45… (y más allá)


                                               Dedicado a los que estamos
                                               en este rango de edad.

Casi a mitad del sendero nos robaron a Dios
dejándonos perdidos en un presente maldito,
sin plegaria ni oración, sin vino ni pan bendito,
vagabundos errantes en el margen de sus destinos.
Todo lo que hicimos en los años más propios
nos lo han arrebatado sin ningún otro capricho
que vernos deambular por el filo del abismo
donde vamos a posarnos al sentirnos malheridos.
No hay tregua en esta paz compuesta de delirios
que los más apoderados fingiendo fingir han fingido.
Mentiras ocultas a medias, verdades en entredicho,
sin lugar para el color de los que vivimos descoloridos.
Me duele igual el dolor de ver dolerse a los míos
que aquel otro reflejado en un rostro que es ajeno,
igualmente camarada, hermano, amigo, compañero…
Necesario dolor doliente de los que andamos dolidos.
Pasan los días dejando desazón y sinsentidos
en este cuarto menguante de un hoy empedernido.
Sin pretenderlo llegamos donde nunca hemos querido
y ahora queremos huir sin ver que ya estamos huidos.
Escapamos del ayer, del anhelo, de nosotros mismos
yendo a parar al mañana de un futuro podrido.
No hay más que lo que hay: ni Dios, ni pan, ni vino,
ni más tea que esta llama donde estamos ardiendo vivos.
Impenitentes, herejes, apóstatas… caterva de paganos
donde estamos los que estamos con el duelo en una mano,
en la otra el corazón, el sentimiento, lo humano,
lo que no nos quitarán hasta que estemos enterrados.
Y en la muerte se oirá nuestro lamento de difuntos
por habernos arrojado a caminar una vida sin rumbo,
un angosto porvenir, un asfixiante ya venido,
generaciones mutiladas penando entre los mundos.


                                                           Marcos Lloret García

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