sábado, 23 de noviembre de 2013

El acto más sincero

Suena una música sin melodía
con rayos de viento y trozos de ola,
susurro apresado en las caracolas
que dentro encierran una poesía.
Clamor racheado en el mediodía
aguardando, discreto, la luz cegadora
que llega pegada en el envés de las horas
cuando el tiempo parece batalla perdida.
Sonido sin notas, ni tono. Casi sin vida,
lejano y breve como el calor de la aurora
que viene dispuesta a regar las amapolas
con el agua embalsada del punto de partida.
Zarparé de madrugada, bajel sin vigía,
de la mano del rumor que callado me nombra
si de la noche oscura, las postreras sombras,
se quedan insondables al abrirse el día.
Al lucero del alba designaré mi guía
y seguiré vagando antes de que amanezca
por el camino marcado de manos abiertas
donde ayer encontraré lo que mañana perdía.
El cantar que en años creí que no oía
vuelve a silbar por entre ramas y copa
del árbol debajo del que duermo mis sombras
al soñar mi sueño los sueños que ansía.
En el hueco de un hueco con verso prendía
fogata de letra, palabra y estrofa,
musicalidad ígnea de estrellas remotas
enhebrando los pedazos que de mí perdía.
¡Volverá la sangre a las arterias que hería!
¡Volverá a pensar el corazón en coma!
Otra vez trinarán jilgueros y alondras
nanas de nube, gorjeos de alegría.
Un ritmo de ausencia el aire traía
condenado a existir pese a su inexistencia,
en camas vacías abriendo las puertas
de una ilusión que fingiendo moría.
Nacen los versos de la música baldía
al son de la luna que indica la rima,
sólo me resta ordenar las palabras:
infantil jugueteo de caligrafía.
Así es el poema, así la poesía,
que viene y se va si nadie la mira.
Bocados ingentes de brumas heladas,
el más sincero acto de valentía.


                                               Marcos Lloret García



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