sábado, 5 de enero de 2013

Los días


            En aquellos tiempos de primavera untados de azahar nos bañábamos en el sol del amanecer que venía a darnos los buenosdías acariciándonos la piel con sus rayos. Al mediodía nos escondíamos como los insectos, como los animales que huyen del calor buscando una sombra en la que pacer. A la tarde, solíamos llevar a cabo nuestro ritual según el modo de los antiguos naguales que, antes de la ceremonia, purificaban su cuerpo con el humo sagrado.
            Envueltos en el humo de los dioses, cogidos de la mano, volando por el firmamento como dos angelitos que se acaban de enamorar. Tú y yo, sin más fe ni destino que las horas ardientes en las que los culpables buscan su lugar bajo el hilo de la vida. Entonces, gustábamos de jugar a las enredaderas con nuestros cuerpos verdes, entrelazadas almas intentando romper la razón y la lógica para convertirnse en un solo ser.  

                                                                                              Marcos Lloret García 

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