miércoles, 6 de noviembre de 2013

Oceánica locura

Cuando la vida no llega
los días de frío se esconden
por debajo de la palabra,
tal vez detrás de ésta.
Arremolinado en la mañana
corazón palpitante,
doloroso aliento de horas
que tampoco terminan de venir
atravesando el tiempo del tiempo.
Infamia dulce en el recuerdo
de las tormentas que jamás lograron
acariciarme la piel desde dentro,
lágrimas vertidas en la ducha
perdiéndose por el desagüe
de la irracionalidad racionalmente engañosa
donde naufraga cada jornada
un velero de nostalgias grises
que cruza esta vida asfáltica.
Tranquilidad intempestiva, juguetona
quietud adamascada
de frutos acres, amargos,
como los primeros rayos del día
portando blasón de soledad.
¿Dónde estoy? En una hoguera
carente de leña, fuego y brasas,
ardiendo en cenizas que se esparcen
con el tórrido céfiro de la existencia.
Si me encuentro… Si doy conmigo…
espero no estar presente
porque no soporto verme
estañado a esta realidad
que agota mi oceánica locura
más allá de la cual, en el fin,
cuerdamente me aguardo
como una viruta de sombra
en un destello de luz.



                                               Marcos Lloret García

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