En el espasmo de los sentimientos
nace el verso irritable,
aquél que con voz amable
me parte por los adentros.
Retorcido en los silencios
que llegan jugando en la tarde
soporto el poema que arde
en la mitad de mi cuerpo.
El dolor en dolor devenido
no se calla aunque yo calle
pues nunca ha visto nadie
mi pesar empedernido.
No sé si me hace enfermo
éste síndrome de verso irritable
o es tan sólo, del cobarde,
el modo de llenar los sentidos.
Río de hielo mal digerido,
juego de espadas y alicates,
luces oscuras, sonidos impares,
legión espasmódica en mi derribo.
Aunque resulte malavenido
que este pesar no me arrebate
pues se alimenta de mi sangre
el verso incesante donde vivo.
Ayer me vacié de aliento
al llenar mi pecho de aire,
no hay un sueño que cambie
si al soñar me desvanezco.
Confinado estoy en un verso
que dice verdad y desmiente
la verdad de ese calambre
que me ata al poema eterno.
Gastralgia y ardor guerrero
del temerario combatiente
más valeroso que penitente
peleando en campo abierto.
Sin un motivo concreto
bajo la bóveda celeste
renegando voy de mi suerte
con un rumor embarrado.
Con el alma escribo versos
y con las tripas tempestades
ocultas en las oquedades
que he labrado en el tiempo.
Marcos Lloret García
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