El sueño revolotea en mis ojos
igual que el ahora pasajero
dejando después a su paso,
marcha imparable del destino,
presente inacabado,
futuro extinguido.
Sin otra opción, avanzo
con un movimiento quieto
quedando en después convertido
siendo ahora inmovilizado.
Soga de tiempo al cuello,
mansedumbre mortal del moribundo
que fallece estando enfermo
sólo de vida y tiempo,
de reflejo y recuerdo.
Escribir es un ergástulo
con un candado de verso,
muerto el rey, rey muerto,
cometa errante del firmamento
buscando un poema escondido
en el antes del después en ahora devenido.
¡Maldito tiempo mentiroso
que me lleva de la mano
por donde anda el profano
acechando la vida en silencio!
¡Maldito Dios! ¡Maldito tiempo!
Anatema entreverado de lamento.
Ojo azul, letra de fuego,
cruzando los rigores del verano
sin más emoción que sentirme humano
más allá del descontento
donde me despierto temprano
haciendo malabares con el universo.
Día tras día el mismo ramo
de flores de sal y desacierto
que crecen en un jardín cercano
en el que yo mismo me veo muerto
sin lágrimas ni llanto de duelo,
tan sólo un escrito lapidario
engalana mi tumba de aliento:
Venga
a verme, aquel que vivo,
se
sienta a mi muerte cercano
y
dese cuenta cómo ha gastado
los
años de vida vividos.
Marcos
Lloret García